jueves, 3 de septiembre de 2020

30. Bon Voyage.


Midori termina de hacer su apretada maleta. La habitación donde se hospedaba vuelve a estar como se la entregaron, vacía, fría y triste. En una horas dejaran esta vida que tanto les ha enseñado, buenas y malas cosas. Midori se asoma por la ventana, el viento frió recorre sus mejillas, su cabello revolotea ligeramente, el cielo tiene un bonito color azul, las pocas nubes lucen blancas y esponjosas, el día anuncia la próxima llegada del otoño. Estos días le causan una fuerte sensación en el pecho, una sensación de felicidad y esperanza. — Que bien se siente estar vivo.


Puede observar a su buen amigo salir al jardín y sentarse donde antes vivía aquel espíritu en pena. El gran árbol dejaba bailar sus hojas conforme al soplar del viento. Se aleja de la ventana y toma su maleta, con dificultad la baja de las escaleras, es pesada. La deja en la sala de estar, donde Darkness leía un libro con la pasta negra y un circulo rojo en medio. 

Se sienta a un lado de Delico, quien parece escribir algo.

Midori: ¿No te parece magnifico? 

Delico: ¿Qué cosa? — La voltea a ver, inclinando su cabeza por la curiosidad.

Midori se acomoda en el pasto. — Poder disfrutar de nuestro ultimo día con este clima.

Delico: Oh, claro. Es agradable.

Midori: ¿Qué estás haciendo?

Delico: Escribía algo...

Midori: Yaaa veo, bueno supongo no me dirás que es.

Delico: Por el momento no. 

Midori ríe un poco, — Está bien, apuesto que es para Daerlix — cierra los ojos mientras se acuesta.

Delico se pone ligeramente rojo. 

Soy patético para esto.



— ¿Qué tiene de especial ese Marvin? — Pregunta Darkness mientras arrastra su maleta fuera de la casa. La noche había llegado, el cielo estrellado iluminaba el rostro de los cuatro. Delico voltea a ver por ultima vez la fachada, concentra la mirada en la ventana de su habitación, esperando que la carta que había dejado sobre la cama, llegara sana y salva a manos de aquella chica que hacia latir su corazón de manera desenfrenada.

Hansel: Es...un...robot, con reinicio de memoria cada que tú se lo programes. Si alguien pregunta, no sabrá nada de nada. Mas que sus habilidades para pilotaje. — Se rasca la cara.

Midori: Interesante.

Hansel: Quedamos vernos en las canchas abandonadas de Baseball. Ahí nos llevara a su hangar, y podremos estar fuera de esta ciudad. 

Midori: ¿Hay canchas de baseball?

Hansel: Sí...por supuesto que hay. — vuelve a rascarse la cara.

Los cuatro caminaron lo suficiente, las calles desoladas por las altas horas de la noche, jugaron a su favor para que nadie supiera a donde se dirigían.  

Caminaron, exhaustos. Pronto llegaron a un viejo campo, con tribunas oxidadas, y utilería rota. Han se aparto ligeramente de ellos.

Midori: Parece que no ha llegado nuestro piloto.

Delico se sienta en el pasto seco. 

Darkness voltea a ver a Han, este se rasca constantemente la cara, preocupada se acerca.

Darkness: Han, ¿qué sucede?

Han no pronuncia palabra, ni siquiera la voltea a ver. 

Darkness apoya su mano sobre su hombro, ligeramente lo voltea. La mirada de Han se ha vuelto verde, y sus colmillos estaban más grandes. Ella retrocede por la incertidumbre, hasta que recuerda donde había visto esos ojos.

Darkness: Víctor.

La silueta de su compañero empieza volverse extraña antes sus ojos, hasta ver a aquel asesino usando la chaqueta favorita de Han. 

Darkness: ¿Qué le hiciste?

Víctor: Lo mande a descansar, justo a donde debía estar desde un principio. 

Darkness intenta sacar su guadaña, pero del suelo surgen unos lazos oscuros que la retienen. Suelta un grito de impotencia, esto advierte a Midori y Delico, quienes se levantan para ayudar a su amiga. 

Delico muerde un pedazo de piel de su brazo, dejando brotar pequeñas gotas de sangre. Midori saca una daga que anteriormente Hansel le había obsequiado. Darkness sigue forcejeando, Delico intenta hacer un ataque a Víctor, quien solo ríe y observa.

Víctor: Yo no lo haría siendo tú. 

Detrás de ellos hay más gente. Puede sentir que los empiezan a rodear.

Midori grita desesperadamente el nombre de su amiga, observa como los lazos la dejan cada vez más sin aliento. En el momento, lo único que quiere es liberarla, corre hacía ella, pero los lazos terminan de consumir el cuerpo de Darkness, pareciendo que el suelo se ha tragado a la chica. Midori se queda estupefacta, lagrimas de ira corren por sus mejillas. Esta dispuesta a lanzar el primer golpe contra Víctor. Pero un sujeto encapuchado la detiene. Tomándola del cuello, sometiéndola contra el piso.

Delico crea una cuchilla con su sangre, pero antes de atacar, prefiere dialogar un poco por temor a que le hagan más daño a Midori.

Delico: ¡¿Qué quieres Víctor?!

Víctor: Yo...nada, verlos sufrir. Divertirme con tu amiga tal vez. 

El encapuchado revela su rostro, puede observar algo que le deja la sangre helada. Aquel sujeto, esa mascara, esa despreciable mascara. Era uno de los asesinos de Dolce Pianto, con quien había peleado aquella noche, el causante de que se fueran de su hogar original. 

Delico: Tú...¡suéltala! 

Víctor: Bueno, dejare que se arreglen entre ustedes, yo iré a divertirme con....Darkness. — Se ríe maniacamente, hasta desaparecer en la oscuridad. 

La bestia de jade presiona más a Midori contra el piso. Enfureciendo a Delico, quien suelta un ataque. Su cuchilla de sangre esta casi frente al rostro de el enemigo, pero este la esquiva con sus armas. Midori ha quedado libre, quien trata de reincorporarse nuevamente. 

No hay mucho que hacer, no solo es aquel tipo de la mascara, también hay un grupo detrás de ellos, hombres con armas y malas caras. Aunque no parecían tomarle importancia a la existencia de la chica peliverde, estaban más atentos en la pelea que acababa de iniciar. 

Delico seguía lanzando golpes rápidos hacia Guido, pero este los esquivaba con facilidad, Tal vez los nervios le estaban ganando. ¿En qué momento se deshicieron de Hansel, realmente estaría completamente muerto, y Darkness, ese loco qué no seria capaz de hacerle...Midori, está herida...?

Los pensamientos comenzaron a abrumarle la mente, cada ataque era más un impulso. Midori se arrastraba con dificultad, pero quedó fuera de la vista de todos, probablemente no la veían como una amenaza, pues no portaba ningún poder...pero sí trucos bajo la manga. 

Logra posicionarse detrás de la pared humana que formaban los lacayos de la mafia, de su media saca un pequeño cerillo y un cartucho con un liquido dentro, gasolina, dulce gasolina. 

Se incorpora, respira hondo y lanza el cartucho, prendiéndole fuego, los cuerpos de los hombres empiezan a arder, su atención por fin se centra en la chica. Se lanzan al ataque contra ella, su daga atraviesa las entrañas de unos cuantos, pero un oponente más listo, logra dispararle en la pierna, dejándola invalida, se retuerce de dolor, sus medias de colores se empapan de liquido carmesí.

Los gemidos de dolor, distraen a Delico, permitiendo que Guido le diera un golpe certero en el torso, quitandole el aliento. Lo toma del cuello, y así como a su amiga, lo somete en el piso. 

Guido: Es el momento, vienes conmigo. 

Una silueta emerge de debajo de ellos, un joven ojeroso con el cabello despeinado alza la mano, encapsulando los cuerpos heridos de los lacayos en una esfera de oscuridad. Delico y la Bestia de jade desaparecen al ser tragados por el piso. 

Midori queda inconsciente por el dolor, en medio del campo, con las llamas consumiendo la hierva seca. Aquel día lleno de esperanza, se había vuelto una pesadilla.






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¿Qué pasara con los chicos?

¿todo estará perdido?